En España la gente no suele posicionarse abiertamente en contra de la monarquía. A muchos ni les va ni les viene, simplemente se decantan por dejar las cosas como están. Otros se oponen al Rey y su sequito y otros, menos cada vez, le defienden a capa y espada.
El caso Urdangarín está ahora en los medios. La “pulcra” imagen de nuestra familia real está en peligro y es posible que el número de contrarios a nuestro sistema de gobierno aumente sino se gestiona bien esta crisis. A continuación desmenuzo y analizo los pasos que ha dado la corona durante las últimas semanas.
En noviembre explotó todo este asunto con la publicación de que Urdangarín y sus socios estaban siendo investigados por el caso Babel. Al principio imperó la prudencia, a pesar de que todo el mundo sospechaba ya que, si una persona de su estatus aparece en las listas de sospechosos es porque está realmente metida hasta el cuello.
El día 7 de diciembre la Casa Real emitió un comunicado en el que se explicaba que su majestad el rey Don Juan Carlos llevaba ya mucho tiempo barajando la posibilidad de limitar la estirpe real a los reyes, los príncipes e infantas. Menuda casualidad. Esto provocó tal repulsión que, al día siguiente, el servicio de prensa rectificó respaldando de nuevo al ex jugador de balonmano.
El día 12 ya se anuncia oficialmente que, el todavía yerno del Rey, va a dejar de asistir a actos oficiales. También el nuevo jefe de la casa del Rey R.Spottorno transmite a los medios que Iñaki Urdangarín ha sido apartado de la agenda oficial de Zarzuela.
Día tras día, el Duque de Palma va quedándose solo y va perdiendo apoyos. La simbólica recolocación de su estatua de cera en la sala de los deportistas (ya que estaba hecha había que darle un uso) es otro ejemplo más de lo cerca que está de abandonar su lugar en la monarquía. El tiempo coloca a cada uno en su lugar.
Diego Celma Herrando
Imagen: sigojoven