Ayer terminó la primera parte del campenatato ecuatoriano de fútbol, la serie A o copa Credife, similar a lo que en España conocemos como la Liga BBVA. Es muy diferente porque aquí la temporada se divide en dos partes y en cada una los equipos luchan por obtener un puesto en la fase final (campeones y subcampeones de ambas liguillas). El Emelec se alzó con el triunfo y obtuvo así una plaza para dicha fase y para la Copa Libertadores 2012. Liga de Quito y Deportivo de Quito quedaron inmediatamente por detrás.
Hará unas semanas, en la conocida firma de venta de artículos de deporte aquí en Ecuador: Marathon, fotografíe un gran cartel en el que promocionaban las indumentarias de varios de los equipos de la serie A, asociándolas a superhéroes y eslogan llamativos.
En el cartel aparecían los escudos y camisetas del Barcelona, la Liga de Quito, el Manta, el Emelec, el Olmedo etc. Encima de ellos gobernaban varios seres mitológicos: un toro, una especie de Poseidón, un hombre de fuego, el señor de los vientos, un ave en posición de ataque, un rey con una enorme corona etc. En la parte superior, justo encima de las ilustraciones de fantasía, había frases con estupendas tipografías que decían: Rey de Copas, Espíritu atunero o Ídolo. Y arriba del todo, el eslogan Todo el espíritu de tu equipo, en una camiseta.
No creo que en un ambiente tan frío como el europeo esto otorgara algún tipo de beneficio comercial. Sin embargo, en Sudamérica, este tipo de asociaciones que colocan al equipo en un lugar relacionado con lo divino y esotérico, aumentan la pasión futbolera de la hinchada, y conviene resaltar que el ferbor de la afición aquí es mayor en comparación a los estadios europeos que parecen salas de teatro.
Marathon también pensó en los más pequeños de la grada, a los que también van dirigidas estas acciones. En su cabeza ausente de problemas relacionan a estos héroes con el inagotable mundo de los videojuegos y los dibujos animados. La atracción por el producto aumenta.
Una estrategia diferente para vender camisetas en una cultura distinta.
Diego Celma Herrando