Se trata de una campaña antinuclear que me ha parecido muy creativa. El anunciante es Greenpeace, ese organismo que cada dos por tres está encaramándose a las torres de refrigeración de las centrales nucleares obsoletas que se han extendido por el globo en los últimos años.
La campaña brilla por su sencillez y minimalismo y trata de recordarnos Chernobil, el mayor accidente nuclear de la historia, que aconteció a finales de los años 80. En ella aparecen una matriuskas, muñecas muy típicas de la Unión Soviética y Rusia que se pueden encontrar en todas las tiendas de souvenirs de Moscú.
Sin embargo, la última matriuska, que está dentro de otra aún mayor, tiene dos cabezas. Con este símbolo se pretende hacer recordar todos los niños con deformaciones que han nacido a raíz de aquel incidente: los hijos de Chernobil.
Diego Celma Herrando
Imagen: coloribus