El último día de septiembre, una bomba informativa saltó a la palestra de madrugada. Varios medios online filtraban una noticia que, horas más tarde, ocuparía los titulares en las ediciones matinales de los informativos: el positivo de Contador en el último Tour de Francia. Por si esto no fuera suficiente en ese fatídico día del ciclismo, a media mañana, otro cañonazo golpea los maltrechos cimientos del ciclismo español, positivo de Mosquera, subcampeón de la Vuelta España 2010.
Hace muchos años que el deporte de los pedales se encuentra a merced de las aguas tormentosas del dopaje: la muerte de Pantani, el hematocrito y la confesión de Riis, Rasmussen, la mutación de Floyd Landis en Morzine, Manzano abriendo la caja de Pandora, Eufemiano Fuentes y la Operación Puerto, Valv.Piti, Oscar Sevilla en Colombia, el Juicio a Lance Armstrong… Yo no voy a entrar a valorar si Alberto Contador es inocente o no, si sufrió una intoxicación alimenticia o si pecó como otros tantos, el forofismo puede enturbiar el punto de vista. Pero si que remarcaré que el ciclismo esta herido de muerte.
La imagen pública del de Pinto puede que siempre esté en entredicho aunque la UCI le perdone la sanción; sus victorias serán, en resumidas cuentas, menos transparentes. Siempre habrá desconfianza e incluso sus títulos se anunciarán con la sombra de la duda.
Es ya normal que la gente no se fíe de este deporte, el sentimiento social es que el Tour, Giro y La Vuelta solo pueden sostenerse debido a las sustancias prohibidas: que si es imposible aguantar tantos kilómetros, que si el clima y los puertos, que si las escapadas, las cronos y los escasos días de descanso y los muchos de competición…
Lo peor de todo es que esto afectará a los ingresos publicitarios, tanto patrocinadores como televisivos. A los telespectadores no les gusta sentirse engañados viendo una lucha que no es real, ni limpia, ni legal. Finalmente, el ciclismo se vería abocado al fracaso total si el COI lo eliminara de las olimpiadas. Se ha hablado largo y tendido sobre esta posibilidad y es que, si el Comité Olímpico Internacional quiere mantener a las olimpiadas al margen del dopaje, acabara decantándose por tomar esta drástica decisión.
Diego Celma Herrando
Imagen: digibet