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EL FIN DE LA ECOLOGÍA

Un parking gratuito en el centro de una ciudad es lo más parecido a una jungla. Los conductores circulan con lentitud entre las hileras de coches movidos por el instinto…Se fijan en los viandantes solitarios que agitan algo en su mano derecha. ¿Serán las llaves de algún coche? Se mantienen con gesto serio cuando se cruzan con otro conductor (para intimidar), se alteran cuando han tenido la mala suerte de llegar 5 segundos tarde a una plaza vacía… Son como simios.

El conflicto llega cuando dos conductores a la vez (en estado mental simio) se creen ya propietarios de un hueco en el que dejar el ahora odioso trasto que llevan entre sus manos. A esas alturas ya odian su coche; lo único que quieren es poder dejarlo bien aparcado y largarse pitando a donde quiera que vayan porque, ¡llegan tarde!

En Zaragoza a partir de enero nos van a obligar a todos a coger el coche porque se ha aprobado un aumento del precio del billete de bus que subirá un 19 %. Además se han planteado reducir el número de líneas y han suprimido el regreso gratuito en el mismo trayecto durante la hora siguiente. Parece ser que en crisis, nadie apoya la ecología. Ahora ser sostenible no está de moda porque son tiempos muy difíciles y claro, no podemos estar pensando en el futuro pues hay que salir de este bache sea como sea.

Medidas crudas que toman tanto el partido en el poder, como el de la oposición. Ya avisaron de que nos iba tocar apechugar a todos, incluso a la madre Tierra, que tendrá que seguir absorbiendo CO2 hasta que sus pulmones se queden tan negros como los de un fumador empedernido. La RSC parece haber pasado a un segundo plano. El dinero y las finanzas toman de nuevo las riendas de los gobiernos.

Diego Celma Herrando

Imagen: taringa

EL ENGAÑO DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA

Los inicios de la Responsabilidad Social Corporativa (R.S.C.) se sitúan en la década de los setenta, pero su mayor expansión aconteció a finales del siglo XX. El Pacto Global de la ONU es el organismo internacional que regula sus principales directrices.

 La aplicación de la RSC atañe a ámbitos importantísimos de la empresa como son la gestión ambiental, la relación con el entorno social y algunos aspectos económicos.

Sobre el papel, las grandes multinacionales de sectores polémicos como la energía nuclear, la industria petroquímica o las constructoras llevan muchos años desarrollando mejores sistemas de gestión para sus recursos humanos y para minimizar los efectos perniciosos en el medio ambiente. La realidad es diferente.

 En teoría, habría que destacar que el Protocolo de Kyoto ha afectado a la producción de las grandes industrias. En la práctica, este gran “compromiso” es una manera más de promocionar la imbecilidad humana hacía el universo exterior.

Según lo acordado, cada país tiene un límite de contaminación; para evitar disputas, se dividió el pastel de emisiones según variables económicas. Los países desarrollados pensaron…si yo puedo contaminar 5x y esa nación de indígenas contamina 0,5x, yo le compro a ellos el 1,5x restante de su parte. Lógico. Otros como EE.UU., que se liquida el 25% de la producción mundial de combustible fósil, se han meado en el Protocolo y se han borrado después de una entrada simbólica, alegando que China e India contaminan sin ningún control amparándose en su condición de países en desarrollo.

 Somos una verdadera plaga, y con este tipo de actos estamos pidiendo a gritos que el planeta se jubile ya.

 Pero mientras esperamos nuestra sentencia, hay que aprovechar el momento, Carpe Diem, hay que sacar tajada y para ello son necesarios billetes y posibilidades de ocio y negocio. Las empresas están asimilando la fea costumbre de respetar las malas maneras de la competencia para evitar un ataque recíproco que saque a la luz sus propios lodos. Algunos sectores respetan el maltrato al trabajador, otros el maltrato al ecosistema, otros el maltrato a la sociedad. Es un respeto pactado para sacar el mayor beneficio posible.

 Como todos estos datos oscuros no salen a la luz, todas las grandes corporaciones aplican la RSC a la perfección a ojos de la sociedad. El problema viene cuando una catástrofe de gran magnitud no puede ser escondida de los omnipresentes medios de comunicación. Un gran ejemplo fue la catástrofe del Exxon Valdez, un petrolero que tiñó Alaska de carburante y de lágrimas de los esquimales. Una situación sin precedentes que llevó a la empresa a la peor crisis de imagen de toda su historia.

Muchas organizaciones están jugando con fuego, simulando aplicar la sostenibilidad y la responsabilidad social en su día a día, pero cuando llegue el momento de la zozobra se encontrarán indefensos ante una sociedad muy concienciada y no ante aquella caterva de 1989 que creía que el ecologismo era una cosa de locos.

 Diego Celma Herrando

Imagen: aire21